2/8/10

EL MIEDO A LOS RUIDOS Y LAS TORMENTAS (*)

Un miedo frecuente en los perros
 
Uno de los comportamientos indeseables que más frecuentemente se observan en los perros son aquellos relacionados con el miedo a estímulos tales como tormentas y ruidos fuertes.

Ante tales situaciones muchos perros buscan huir desesperadamente, destruyendo todo lo que obstruya su paso, a fin de terminar con la sensación de terror que los embarga, mientras otros buscan refugio en lugares tan insólitos como un placard o una bañera.

Algunos de los propietarios de estos animales se sienten molestos, consciente o inconscientemente, debido a que según ellos sus animales son cobardes. Otros sufren al percibir la sensación de temor que experimentan sus perros ante estos estímulos. Sin embargo, tanto unos como otros suelen desconocer las causas de esta sensación y mucho más la manera adecuada de corregir su efecto.

Para analizar las reacciones de temor de nuestros animales en forma general resulta útil plantearnos la siguiente pregunta:

¿Qué sentiríamos nosotros si ante una situación que nos agobia y nos produce gran temor no pudiésemos hablar con otras personas o si nadie nos pudiese explicar que algún estímulo que nos produce temor en realidad no nos dañará?
 
Lo que seguramente ocurriría sería que actuaríamos de una manera muy similar a como actúan nuestros perros, a menos que por un proceso de habituación nosotros experimentáramos frecuentemente estos estímulos y nos diéramos cuenta de que en realidad no nos dañarán. Pues bien, debido a que los perros no hablan, éste es el único camino que tienen para adaptarse a una situación que les causa temor.

Antes de analizar las reacciones de miedo a los ruidos fuertes y a las tormentas vale la pena hacer dos aclaraciones:

Primero, es necesario saber que si bien es cierto que un temor excesivo es contraproducente, no menos cierto es que en condiciones naturales tener miedo ante situaciones potencialmente peligrosas es normal e incluso beneficioso para los animales y también por supuesto para nosotros, los seres humanos.

Segundo, un dueño debe evitar acariciar a su animal y hablarle a fin de explicarle que la situación no es peligrosa. Tanto el tono suave de la voz como las caricias pueden ser entendidas por el perro como un premio o una gratificación por su comportamiento, es decir, por tener miedo. Por supuesto, lo que también debe evitar hacer el dueño es castigar a su animal, ya que esta actitud puede no sólo agravar el comportamiento en cuestión sino también deteriorar el vínculo con el perro.

Muchos propietarios de perros saben que unos de los momentos más traumáticos que deben pasar sus animales durante el año es el de las fiestas de Navidad y Año Nuevo. Desde ya que esto no se debe a las fiestas en sí mismas sino a los festejos con pirotecnia. El temor a los estampidos producidos por la pirotecnia y también por armas de fuego puede ser de origen innato o adquirido. Los perros presentan una tendencia natural a sentir temor ante estímulos intensos y además también son propensos a sufrir el fenómeno conocido como sensibilización , por el cual "aprenden" a temer a ruidos de muy baja intensidad. Tal es así que a medida que pasa el tiempo los perros sensibilizados presentas reacciones de temor ante estímulos cada vez más débiles o reacciones cada vez más intensas ante el mismo tipo de estímulo.

En el caso de miedo a las tormentas probablemente intervengan los mismos componentes que en el punto anterior, es decir, lo innato y lo aprendido. Sin embargo, aquí hay que destacar que los perros no sólo muestran temor una vez iniciada la tormenta, sino también antes. Esto presumiblemente se debe a la presencia de cambios ambientales, tales como un aumento de la humedad y una disminución de la presión atmosférica, que los perros asocian con una tormenta.

Tanto en el caso del miedo a los ruidos como a las tormentas, el objetivo es lograr que el perro que lo padece logre superarlo o al menos se acostumbre a tolerarlo. Para ello existe una técnica denominada desensibilización sistemática, que consiste en exponer al animal a un estímulo capaz de provocar una reacción de temor a una intensidad tan baja que esta reacción no se produzca y así permitir que ocurra la habituación a ese bajo nivel de estímulo. Luego la intensidad del estímulo puede ser incrementada gradualmente, teniendo la precaución de no provocar una respuesta emocional en el perro. Si este procedimiento se continúa hasta que el estímulo en cuestión es presentado en su máximo potencial, será posible que la reacción de temor desaparezca por completo.

En lo que respecta a las tormentas se pueden utilizar grabaciones que reproduzcan sus sonidos característicos, comenzando con un volumen bajo y aumentándolo gradualmente a medida que transcurren las sesiones. En este caso es imposible reproducir las condiciones ambientales existentes durante las tormentas, por lo que obtener un buen resultado final no siempre suele ser fácil.

En el caso del miedo a los estampidos, se puede utilizar un arma de fuego con balas de salva o elementos de pirotecnia y comenzar a una distancia tal que el sonido emitido llegue a los oídos del perro a una intensidad muy baja, para luego, con el correr de los días, disminuir la distancia de emisión del sonido.

Por último, en los casos de mayor gravedad será necesario utilizar una medicación adecuada a fin de lograr tranquilizar al animal para después aplicar la desensibilización sistemática. Desde ya el tratamiento a seguir debe estar en manos de un médico veterinario generalista o de uno especializado en comportamiento animal, quienes serán los encargados de prescribir la medicación pertinente y de monitorear los resultados. Si bien la mayoría de las consultas que reciben los veterinarios con respecto al miedo a los estampidos se concentran entre el 23 y el 31 de diciembre de cada año, lo ideal sería que los propietarios consulten con suficiente antelación como para poder implementar un tratamiento curativo y no sólo paliativo.

Finalmente es importante tener en cuenta el dicho popular que dice que siempre "es mejor prevenir que curar" y por lo tanto tratar de exponer a los cachorros desde edad muy temprana y en situaciones no traumáticas sino placenteras a los estímulos que uno desea acostumbrarlos y así evitar la aparición futura de comportamientos fóbicos.

(*) M.V. Claudio Gerzovich Lis
Extracto del libro "Nuestro perro"

 

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